1.17.2008

¿Para qué cambiar la página?

La cambiadora de páginas
La Tourneuse de pages. Francia, 2006.

El placer de llegar a la sala de cine y volverte cómplice de un cineasta, de sus tics y de su gozoso trabajo es algo único. La sentencia de que la mínima exigencia que se le puede hacer al cine es que entretenga, debiera prevalecer en cada espectador, así se tratara de Los ángeles de Charlie o de Inland Empire. La presente, quiero, sea una nota de agradecimiento a Denis Dercourt por seguir haciendo del cine francés una veta de grandes sorpresas, por entretener sin considerar al espectador un idiota al que le deben dar pantomima y sedantes, y por alejarse de la pretención y entregar un trabajo sereno, sosegado, casi lacónico pero en el buen sentido de la palabra. Novedades no hay en este filme, ni en contenido, historia, edición o musicalización... y aún así, bien podría decirle a Chan-wok Park, artífice de la gran trilogía sobre la venganza (Sympathy for Mr. Vengeance , Old boy, Sympathy for Lady Vengeance), que aquí está un filme que comparte con él la esencia, más no el tratamiento, ya que sin necesidad de sangre, las venganzas pueden ser redondas y deliciosas.

Un título poco favorecedor que alimenta el prejuicio de que se trata de un trabajo lento y pretencioso; pero así son los prejuicios y uno debe arriesgarse y quizá, como en este caso, una agradable sorpresa salga al encuentro. Una gran historia y una pequeña anécdota. Un rencor que trasciende el tiempo y que aguarda paciente el momento indicado, y la vanidad que no es más que inseguridad disfrazada... sólo cine... nada que ver con la realidad... y qué divertido verlo desde afuera.

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